A casi todos nos basta cerrando los ojos e incluso algunos con ellos abiertos, para ser capaces de dejarnos llevar por la imaginación. Soñar con “cosas imposibles”, esas cosas que pocas veces la realidad nos deja alcanzar.
En fotografía la imaginación es muchas veces un alto porcentaje del “éxito” de una toma o un proyecto. Es importante ser capaz de avanzarte al resultado.
Soñar es gratis, ¿y que importa si soñamos, si mientras lo hacemos somos felices? (cantaban más o menos los Panchos). Pues ello no sería malo si el despertar no fuese mientras topas de frente con la vida.
Silogísticamente, se podría deducir que para fotografiar, hay que soñar y que tarde o temprano nos la vamos a pegar.
A veces vivimos para alcanzar un sueño, que en el hipotético caso de alcanzarlo, no siempre sabemos valorar. Al final, lo importante es haberlo intentado con todas nuestras fuerzas, y que lo conseguido sea de nuestro agrado.
Estos intentos nos habrán costado mucho esfuerzo y sudor, pero con una ducha todo lo sucio desaparece y sólo te queda del éxito su satisfacción .
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